miércoles, 26 de junio de 2013

Carlos Garzón Noboa



Quito, 1972. Es autor de las obras Erial (publicada por Arcano Editores), Nueva antología personal, editada por la Sociedad Ecuatoriana de Escritores y coautor de La Voz Habitada, (siete poetas ecuatorianos frente a un nuevo siglo), editada por el Ángel editor y Eskeletra. Su obra literaria consta en varias antologías y revistas nacionales y extranjeras.


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CATARSIS

Despierta, ¡oh, guerrero de los templos vudú!
CALIXTHE BEYALA

Contra el naufragio de mi raza,
abrí a tientas
sobre la isla nocturna de tu cuerpo
una fértil herida en dirección a Oriente.

Pero, desnudo, sin armas y entre víboras,
vi llegar a un escuálido ángel desde la aurora
con la cabeza de nuestro hijo,
segada por el hacha de la luna.

Mientras tú apaciguabas la furia
devorando los restos de niños que perecieron
bajo las piedras de la Ciudad maldita,
destruida para siempre
por el mar y tus manos.

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VOCACIÓN

Me repugna la compañía de los débiles:
comunes aves para cielos tan altos,
pequeñas bocas para senos tan grandes.

Yo, la sed insaciable, el extranjero,
fatigo los desiertos persiguiendo un oasis
y arrastro serpientes atadas a mi voz.

Quien tenga pies de hierro
que abandone sus sandalias y me siga:
MI SUDOR INCENDIA LOS CAMINOS.

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LOS HEREDEROS

Mejor habría sido desollar a los íncubos,
que soñar cómo nuestras propias hijas
fornicaban con la edénica serpiente;
sin embargo, seguíamos confiando,
dormidos al pie de las Escrituras,
en la protección de los oráculos.

Durante ese lapso, fuimos muriendo uno tras otro,
acuñándonos contra la tierra
como las últimas monedas
de un imperio repartido entre los bárbaros;
gobernado por parricidas y tiranos;
castigado por irascibles ángeles de fuego
que asolaron campos y ciudades,
y que borraron con ceniza del vientre de las madres
la inicial de la Sabiduría.

Desde entonces,
a ciegas y vestidos de vergüenza,
peregrinamos con frío por el Infierno,
imaginando ver de nuevo la Estrella,
con una herencia de sangre en nuestros nombres.

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DESTIERRO

¿Por qué una constelación de ángeles ha caído rendida ante el furor de la carne?                         
¿Hasta cuándo mi mano cerrada esconderá en su cielo semillas del sol?
Menguante, la luna ovula entre ancianos cerezos,
mientras nubes de auras escarban la noche buscando restos de luz.
¿De qué sirve ahora que se despierte mi mano, si aún el fruto no nace?
¿Será un alivio clavarme las plumas que se arrancaron los ángeles,
si la dicha migró?
Ojalá el sueño,
aquel árbol errante que ha borrado de sus hojas nuestros nombres mortales,
me arrulle en su seno, hacia otras albas,
sin dolor.

Cristian López Talavera


Ecuador, Quito. 1985. Ha realizado estudios en Literatura y Comunicación Social. Participó en los talleres literarios de la Casa de la Cultura, dirigidos por el poeta Diego Velasco Andrade, en el periodo 2008-2010. En poesía ha publicado: Casa de Soledad (Drugos de la naranja, 2009); el plaquette Llanto al Padre (Muercielagario cartonera, 2010); dos de sus cuentos integran la Antología: Los Engendros de la Luna (Taller Cultural Retorno, 2010). Director y fundador de la revista Ojos de Perro Azul.


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PROGENIE
(fragmentos)

La luna somete a los cadáveres a la sombra, la acecha en silencio, se atusan abrazados en el desorden al que se entregaron. El verbo murió en la carne. El verbo se desiso en la palabra. La muerte en sus ojos se encuentra abandonada, así como el mar, alejado del mundo, de la sal, de lo efímero que significa respirar, alejados del amor, de ese dios funesto, de la historia. Pues no conocen amor más cercano que el silencio.

¿Dónde reposan su fe?
                     ¿En el desierto, en el seno fecundo de la tierra?
*
Detrás de sus pelos sucios, por sobre encima de la espalda, sus palabras se desvisten ¡HAY POESÍA MÁS HERMOSA QUE LA DE UN MUERTO! El camaleón tartamudea, ha perdido su color, el temor se ha apoderado, ha venido tal un jinete borracho, ha llegado agonizando, sangrando, destruyendo el lamento, sus huesos han predispuesto su tristeza.
Una mordaza atranca sus voces, un rastrillo de luz se esparce por sus cuerpos.


                                               ¿estamos abandonados?

¡rescátanos por favor! 

                                                                                                                     ¡son veinticinco años!

                                              ¿somos historia de amor?


¿saben amar los cadáveres moribundos?



*

Creo es cierto que el verso desmenuza el canto de la mañana, que la voz es un desierto donde integra cuerpos sin cabeza, donde el beso no es más que un pájaro hambriento; ahí la voz es una noche de luna llena, un escombro de rodilla desnuda.
Ahí donde la voz hiere la memoria aparecen estos cuerpos magullados, lacrados… los rayos del sol frenéticos abandonan su estirpe para vengar sus descansos transitorios, ahí es donde el verso toma cuerpo, ahí es donde, celosa, aguarda el vacío de la palabra…
                   ahí
                                  ahí
                                                  ahí.

Jorge Vargas Prado


Cusco, Perú, 1987. Egresado de la Escuela Profesional de Literatura y Lingüística de la Universidad Nacional de San Agustín de Arequipa. Junto a poetas arequipeños, es editor desde los 16 años en el Grupo Editorial Dragostea. Sus cuentos, poemas y videopoemas han sido distinguidos con varios premios. Además de la literatura, se desempeña en la gestión cultural, el videoarte, el arte plástico, la intervención urbana, la traducción de poesía y, especialmente, la música. Es reconocida su labor como promotor de su otra lengua, el quechua cusqueño, gracias a publicaciones como Qosqo qhichwasimipi akllasqa rimaykuna (junto a Luis Nieto Degregori y César Itier) y la revista Noqanchis, ambas del Centro Guaman Poma de Ayala – Cusco.


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Poema borderline 3

Hoy he cagado muy bien sin ruido y fácilmente.
He cagado pensando en ti y, siendo sincero, ya no me da vergüenza.
(Entiende: los bonitos también cagan)
Para pensar de intestinos es preciso entender que el culo azul de un ruso huele igual que el culo de un hermoso soldado del Perú.
Me emborracho y pienso en la plastilina de mi estómago.

Atardeces.

Luego llego a una rotunda verdad:
Cada mañana cago a pedazos mi corazón. 



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Santiago de Chile

Eres un ramo absoluto de flores
Donde las flores siguen la lógica de los pájaros de luz.
Porque, Chile
Eres un rayo de sol
Una palabra que se susurra
Un monumento de madera y sangre
Y un joven llamado, vamos a pensarlo así, Marco
que es la representación de todo lo que se dispara en el mundo.
O una pistola de flores o el mito sobre el mito que ya no existe.
O un buque de niebla que cubre las playas más ciucas o pitucas de Viña del Mar.
Las nubes rajadas por la luz
Me revelan que:
            Aquí se disparan con hondas los autos.
            Aquí los policías golpean con su armadura de robot.
            Aquí todo se ha intercambiado por dinero: desde las bases espaciales hasta el furor del agua y los pupitres.
Sin embargo, mis ojos hambrientos me cuentan otra historia:
            Que hay cumbia.
            Que hay guasos.
            E inacabables edificios de cristal.
Porque yo vengo del color y la estridencia.
Créeme cuando te digo que eres un ramo absoluto de flores
Donde las flores siguen la lógica de los pájaros de luz.
Y que un joven llamado, vamos a pensarlo así, Marco
Es la representación de todo lo que se dispara en el mundo.
O una pistola de flores o el mito sobre el mito que ya no existe.
O un buque de niebla que cubre las playas más ciucas o pitucas de Viña del Mar.
Pero, óyeme también cuando te digo, Chile.
Que Marco busque en los resquicios de su cerebro, de sus átomos.
Porque se está aprendiendo, otra vez, a escuchar el crepitar de la madera sobre el fuego, el andar de las lombrices, los idiomas.
Y sin embargo a mí, que vengo del color y la estridencia, tu joven Marco, Chile, me ha enseñado a ser joven y la sensación tan cómoda de la cara, los pies o las muletas sobre este suelo que al fin y al cabo, compartimos.

He levitado sobre tu arena, Chile.
Se han desbandado mis ojos sobre tus grafittis.
He reclamado las banderas que se hacen harapos en tus astas.
He roto tu ley y he tomado alcohol después de las 3 de la mañana y así
he hablado en quechua con un hombre rapa nui que me ha hablado en rapa nui.
He intentado salvar del suicidio a un señor cuya vida estaba en el beso de una muchacha.
No había reparado, entonces, en mi propia muerte, que es también un poco la muerte del sol, un poco la muerte de las piedras de Machupicchu.
No había reparado, entonces, en mi corazón enloquecido porque un guerrero mapuche le mostraba mi cuerpo desnudo a la luna y la trataba como a su amante. Porque yo era el amante del mapuche guerrero y la luna, me lo han enseñado, era mi madre.
Porque no quiero podrirme al romperle la ropa de un mordisco al guerrero mapuche.
Porque mi corazón, que aún es niño, se sabe volver cruel de tanto ruido
de tanto miedo
de tanto exceso.
Quién dice que todo está perdido, Chile, yo vengo a ofrecer mi corazón.
Que es un poco, el corazón de tus jóvenes marchando por miles.
Que es un poco, el corazón de la pequeña hiena que ha nacido en tus desiertos
Y que nadie ha visto.
Pero que existe y nos completa aunque lo ignoremos todo, aunque lo ignoremos siempre.



Raúl Heraud


Lima, 1970. Licenciado en Psicología. Premio Hermandad Latinoamericana, Argentina, 2006, ha publicado entre otros, “El arte de la destrucción”, Buenos Aires 2006 “Orange ode” Lima 2009, “La  flor de la locura”, Santiago de Chile 2011, “Restos”, Lima 2011 “La piedra elemental” Guayaquil, 2012, además de antologías sobre poesía peruana y latinoamericana, su libro Orange ode fue musicalizado por el cantautor peruano Carlos Alberto Cárdenas, actualmente trabaja en la realización de un cortometraje titulado El vuelo de Ícaro. Ha participado en festivales internacionales de poesía tanto en Perú como en Argentina, Brasil Cuba, Estados Unidos, Ecuador y Chile.  


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Beatriz en el infierno

Tú eres lo único que me queda dentro de esta ciudad habitada por cadáveres, un susurro que se extingue al llegar a mi orilla, tu recuerdo es como la resaca de una vida que anhelo, como el olor de tu sexo por las mañanas al despertar; quisiera poder abrazar tus labios, perderme en tu cuerpo como si se tratara del infierno de Dante; en las calles hombres rezan a los pies de dioses muertos, suplican por sus almas, yo sueño con encontrar en tus labios la fe que perdí; mujer  que posaste tu ternura sobre mi pellejo enfermo, que inyectaste en mí el veneno de la vida, acuéstate por última vez a mi lado, si por la mañana no despierto, deja tus extrañas flores sobre mi tumba

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Orange ode

Frágil Dios,
cuando la parábola del niño y su madre muerta te alcanzaron
tras esa nube psicotrópica
de sueños obsesivos
tu vida discurría sobre una especie de danza mortecina
lejana
como la destructiva música que fluye por mis venas.
Había un cielo
y un infierno también
para ocultarte de los prestidigitadores
del horror que te significó haber nacido
el cadáver gótico detrás de los cristales
fue tu “ad finitum”
sombra que convirtió lo real en reverberación constante
máquina mesiánica de suicidios colectivos
art voyeur desde el otro lado del mundo
observando la ambigua otredad
el grito primal del no nacido
el mar anverso donde Artaud
agoniza aún en el manicomio de los vivos:
“TODO CUANTO ACTUA ES CRUELDAD”
y mi memoria coagulada por choques eléctricos
así lo revela…
por eso nada existe
excepto la precariedad de tus sentidos
aferrados al espejo
leves y vigilantes
como tus ojos locos sobre el vacuo mundo
como tus manos abruptas y disímiles
desde la abisal orilla…
ahora,
dime Raúl
quién
eres

tú?

Ernesto Carrión



Guayaquil, Ecuador, 1977. Trabaja en su trilogía: « ø », formada por los volúmenes: «LA MUERTE DE CAÍN», cuarteto compuesto por los poemarios: El Libro de la Desobediencia, Carni vale, Labor del Extraviado y La Bestia Vencida (Casa de la Cultura Ecuatoriana, 2007); «LOS DUELOS DE UNA CABEZA SIN MUNDO», quinteto formado por: Fundación de la niebla, Demonia Factory, Monsieur Monstruo, Los diarios sumergidos de Calibán y Viaje de Gorilas (Tribal, Perú – Fondo de Animal, Ecuador, 2012); «18 SCORPII: ABIOGÉNESIS» inédito. Además han aparecido la plaquette Los diarios sumergidos de Calibán (Libro I), (Conaculta, México D.F., 2009), Bóveda 66 (Matapalo cartonera, Riobamba, 2010/ Mantis Editores, Guadalajara, 2011), Ghetto Americano (Catafixia editores, Guatemala, 2010) y Cyborg Democracia (Dadaif- cartonera, Guayaquil, 2011). Preparó también el libro Identidades a Plazo [Recopilación de textos de pacientes del Hospital Psiquiátrico Lorenzo Ponce] (CCE, 2008). Ha merecido los siguientes reconocimientos: Premio Nacional de Poesía César Dávila Andrade, 2002. Premio Latinoamericano de Poesía Ciudad de Medellín, otorgado por el Festival Internacional de Poesía de Medellín, 2007. Premio Nacional de Poesía Jorge Carrera Andrade, 2008. Finalista del II Certamen de Poesía Hispanoamericana Festival de la Lira, 2009. Becario del Programa para Creadores de Iberoamérica y Haití en México (FONCA y AECID, 2009) y La Mención Especial del III Certamen de Poesía Hispanoamericana Festival de la Lira, 2011. Actualmente es editor de la Revista de Cutura y Poesía Casa de las Iguanas y del sello Fondo de Animal Editores.


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LA RUTA DE LA CONFIANZA

Ahora sé que a mi hijo le costará tener mi edad entender este libro. Quiero confiar en nosotros pero el Hada de la Paranoia hunde su pelo en la boca de mi poema deforme, agita sus alas de alambre y bebe esta leche galáctica: todo el día en blanco.

Este horizonte lleno de piedras dice:
Somos un horizonte lleno de piedras ÚA-THONK y pasarás muy rápido. Somos un horizonte lleno de piedras ÚA-THONK y pasarás muy rápido y el tiempo no te alcanzará para entenderlo todo.
¿No te parece suficiente suerte poder urdir tu futuro? Toma esta garúa de hormigas cubre toda tu casa y desaparece. Somos un horizonte fuerte lleno de piedras y tú solamente vienes y nos aburres.

Tu jeta es una carnívora enredadera; y dormimos ahora sobre honradísimas camas en lugares de ramas calientes de árboles grotescos y las sábanas son nuestras hojas de polvo rasguñado como hielo de palma. Nos balanceamos despacio por días mientras el cuarto se torna un ovario alumbrado por cálculos imbéciles. El cuarto es un ovario alumbrado por imperiales batallas. Luego afuera el mar se cubre de nubes como un hospital nevando sus canarios. Y los árboles ya no existen y aunque tiemblan los tobillos todos se duermen.

Este es tu hijo, el que se acerca con un bigote de sangre, al que llamarás Ezequiel, y demanda de tu gramática desaparecida. Digo: deshabitar detrás de la pantalla. Digo: cerrar el libro mercantilizando tu cabellera de muchacho estrellándose contra la pobreza de africanos perros.


Eres el hilo de la Forma, la soledad de la Madre y el golpe de la Luciérnaga afilada hacia la muerte. Ahora quieres enumerar a la felicidad, como cuando eras niño, en carros de la misma marca pero de colores diferentes. Hacer un pacto con las moscas. Ensayar la interrogación allí donde hubo simulación, rabia y espectáculo. Doblar el Pasmo. Tatuar el crudo hábito global de afinar los espejos. Coser los bordes del cráneo con las espinas mortales de una rosa hecha una zurda de adivinaciones. Dejar una verdadera huella, con una hilera de dientes, sobre un lápiz soplado por la lluvia.


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SUS CABEZAS YACEN VENDADAS SOBRE ESTAS PLAYAS

1.
te he llamado tantas veces –cabeza- trepando por los ríos para saber de mí. Cabeza doblada como un plano detrás de las palabras. Respirando sin voz. Logrando un golpe. Cabeza temblando sobre valles y entre ramas ocultas de alhelíes. Rodando hacia la niebla en cripta. Bolsa de boxeo. Cabeza detrás de mi mirada como una cabra. Huyendo para saber de ti. Durmiendo para saber de ti. Buscando sobre las estrellas tu mano flotando como un caucho de pronto enrojecido. El caucho que nos vuelve óxido e invernadero. En fin: cabeza que no duerme en su cabeza para sentirse viva.

2.
tantas veces -cabeza- te encontré buscando en las estrellas tus dominios. En los cajones de arena. En las semanas que se estrechan sobre los caballos. Pero aún tú y yo no conocemos nada de este mundo: esa pata vegetal que desespera en ríos más largos que nuestro cuerpo. Ni nosotros nos conocemos. Compañeros de túnel. No hemos oído el propio llanto, visto el propio llanto, o llorado como los mastodontes que vuelven sobre otras tierras y tocan  con sus hocicos los marfiles muertos. Debajo de mi edad sólo hay metal en llamas desplomando una selva virgen. Encima, por supuesto, un cielo cromado donde te arrojo –cabeza- para saber de mí. Para encontrarme un nombre.

3.
¿es un cabello un río?, ¿un río es un rasgo interminable como un hombre?, ¿un hombre es acaso este aire que se agita levemente en tu hueco como en una quena?

¿somos un hombre -cabeza?

¿qué es un hombre?

4.
ya no recuerdo el día en que empezamos a volvernos este pellejo. Lo que quiere decir un jardín. Lo que quiere decir desmesura, echándose a dormir, desconsoladamente. Una estación, dos estaciones, tres estaciones, cuatro estaciones te he apretado –cabeza- para saber de mí.  He tratado de exprimir toda esa suma de luz: imágenes y ruidos que logran empujarse hasta mis pesadillas. Más tú no quieres que te hable. ¿Qué es lo que te detiene? ¿Lo que me deja aquí esperando con tu rostro sumergido en mis propias manos? ¿Aprendes acaso a leer nuestros errores? ¿A leer a los muertos? ¿Aprendes acaso algo? ¿Qué aprendes? Y si es así, ¿por qué no lo compartes -cabeza?

yo aún no soy nadie detrás de cada flota de preguntas por las que viajo al vacío.

un río oscuro que va dejando un sopor de aves quemadas bajo sus moliendas.

5.
y tú no quieres oírme y yo no quiero escucharte respirando. Pero esta es nuestra tierra: Calandria en coma. Avanzamos a tientas sin comprender lo que hacemos. Arden nuestros pasos. Caen nuestros ojos como cometas deshilachadas entre caña brillante. Dame un poema negro. Nadie nos toma la mano. Los perros se retratan por sus orificios geométricos. Se forjan en la gula. Mira cómo se dirigen hacia la corriente. Nosotros no. Nadie toma esta mano. Dame un poema negro. No quiero levantarme, día tras día, pensando por nosotros. Dame un poema negro. He visto sobre una pantalla una mujer de cabellos tostados como pelaje de zorro. Ella ha de ser mi amor. Quien detenga algún día está forma de buscarme en ti. De hablarnos tanto. Decoloración de la piedra. Ella vive en un tiempo distinto: laguna donde la perdiz cruje despacio. Calandria en coma. Dame un poema negro. Dame un poema negro y no midas el paso.

6.
odio despertar junto a ti y odio tus sueños –cabeza.
soy solo feliz cuando has bebido tanto y tanto que no recuerdas mi nombre: un ataúd, que cargas en silencio, lleno de fantasmas.

7.
¿quién velará por nosotros cabeza empujada al mar para sentirse pedazo de este universo? ¿Quién dirá qué no fuimos, o lo que fuiste tú y jamás comprendí? Esqueletos de pequeños peces liman nuestras uñas sobre la arena entera. Aquí no habrá silencio (al menos entre nosotros nunca). Tamiz natal. No quieres soltar este excesivo equipaje de culpas que soy yo. Cuando la luz levanta sus redes con las manos del viento, y el pescador no existe, pero seguimos. Como tu bufido que se borra cuando lo pienso. Como mi voz que se borra cuando tú bufas. Dialecto marsupial. Te acuesto sobre la arena -cabeza mojada en aceites erizados-. Te aplasto sobre la arena sin saber qué soy.

8.
la nube que pasa debe ser una enfermedad porque dura una mañana completa. Me abrazo a mí mismo por largas horas. En las axilas hay un espacio para morir. En mi pecho no habita ningún mono, ningún alacrán. En mi pecho: un pilo de hojas secas, un hambre, un callejón chueco-oscuro, una floresta de mármol de una pecerita abandonada. Llegamos al día -cabeza que simulas tu entusiasmo- en que los insectos luminosos se tornan nuestros mejores letreros. Disfrútalo. Tu bufido debe durar toda una vida. Nuestro talento ha sido soltar la orina sobre cualquier cordillera. Cruzar los dedos. Yo me quiero largar. Yo no comprendo nada de lo que dices, de lo que haces. Mas no me asegura tu muerte mi piel sellada. Yo me quiero largar. Dejar de correr un día contra mí mismo.

9.
tengo miedo en las noches, en las mañanas y me aferro al poema. Pero el poema no existe -como yo-. Pienso entonces en el rostro, confitado de cadáver, de la mujer que miré sobre una pantalla. Ella se desnuda y desaparece, provechosamente. Nuestra armonía reposa en la distancia que acumulemos como retratos. Torno a mi cabeza. A su crimen futuro encerrado en las fórmulas del piano. Un árbol busca otro árbol y corren a incrustarse, por última vez, en mis palmas abiertas. Ya nada brota de ellas, o casi nada. Un espejismo sonámbulo: el poema. Un arañazo en la piedra. Otra muerte incompleta: el poema. Se abre la posibilidad de cerrar mis palmas. Ya no pregunto nada. Ya no me interesa -cabeza- me cuentes a dónde vamos, ni por qué estamos aquí, ni lo que haremos con esta boca llena de grillos. Te sigo. Acepto el deterioro. Permito entonces tu entrada en esta escena:

10.
     (voy a trazar un círculo sobre mi cuerpo para encontrar mi cuerpo Voy a trazar un círculo sobre mi cuerpo para ubicar el territorio desde el que escribo (a medias) Voy a trazar un círculo sobre mi cuerpo para saber adónde dirigirme Voy a trazar un círculo sobre mi cuerpo para acordarme de todo lo que una vez amé Voy a trazar un círculo sobre mi cuerpo para alumbrar mi nombre Voy a trazar un círculo sobre mi cuerpo para palpar las montañas donde olvidé a mis dioses Voy a trazar un círculo sobre mi cuerpo para escarbar el sitio donde elevé mi casa Voy a trazar un círculo sobre mi cuerpo para saber de qué color es la tristeza) [1]

11.
en los nidos flota el crimen completo. Hago sombra ahora donde me da la gana. Juego con este peso de la muerte, si es que existe. Maciza soledad la de entregar unas palabras lisiadas para el placer de otros. Ya no enmaraña esta cabeza; la dejo más bien correr hacia una edad diferente donde, paraje tras paraje, su destino sea el repaso verdadero. Soplo sobre mis manos. Trepo una cuesta que brilla. Todo lo que parece reflejo creemos nuestro. ¿Es esta la vanidad o es esta la única forma de sentirnos vivos? Avanzo. Muevo el triángulo del talón. Agito la tela del cielo. Las flores parecen llamas que hunden sus narices contra los tallos. En sus raíces también anida el crimen completo. Lo sé muy bien. Pero no me detiene nada. Mi cabeza está en su puesto haciendo sombra. Girando suavemente como en una estaca. Llego hasta un arroyo a mirarme por primera vez:

12.
soy lo que queda escrito sobre papel mojado     no des la vuelta





[1] bajo los jeroglíficos que pinta un indio sobre los cuerpos vuelve la jungla:
nadie soy yo/      nadie soy yo/         Nadie/
(esta escritura deforme no puede ser el mundo)




Héctor Hernández Montecinos



Chile, 1979. Licenciado en Letras Hispanoamericanas. Doctor © en Filosofía mención Estética y Teoría del Arte. De su proyecto total, Arquitectura de la Mentalidad, que consiste en tres monumentales trilogías, dos ya han sido publicadas, La Divina Revelación (Ciudad de México: Aldus, 2011) y Debajo de la Lengua (Santiago: Cuarto Propio, 2009). A los 19 años recibió el Premio Mustakis a Jóvenes Talentos. A los 29, el Premio Pablo Neruda que le otorga la fundación homónima por su destacada trayectoria tanto en Chile como en el extranjero. Su trabajo poético lo ha llevado por casi toda Latinoamérica, además del Latinale 2007: Festival Itinerante de Poesía Latinoamericana en Alemania; también a ser traducido a una decena de idiomas para revistas y antologías. Es el compilador de 4M3R1C4: Novísima poesía latinoamericana (Santiago: Ventana Abierta, 2010).


-o-

Cuídate de las órbitas celestes me dijeron que por allí la ficción y la escritura se disfrazan de cosmonautas que caminan y reparten hilachas luminosas para engatusar a las personas como tú No mires tanto para arriba que ya uno de esos se te encarama y tu madre te cae a palos gritando qué dirá la gente y qué dirán de mí No le hagas caso a esos cosmonautas me aconsejaban que luego te preparan un armazón con estrellas letras para que tú puedas ponerle nombre a cada una y la escritura y la ficción empiezan a entrarte por la mano y te arrebatan Pero eso es una treta que hacen con todos los que se encuentran bajo su fascinación Yo sé que ellos deben hablar entre sí a través de esa canasta que tienen en la cabeza Amarrados del ombligo con no sé qué Tantean el lento aire que pareciera mojarlos como un río Y de seguro también deben reírse de lo ridículo que se ven Pero es mucho mayor su belleza Resplandeciendo en lo alto Burlándose de lo minúsculos que se ven los cráneos Oigo sus carcajadas Allá arriba que rápido vuelan los ataúdes Y mi hermana se pregunta todavía dónde van a dar los muertos Algo me dice que esta noche es única Y no es porque me duelan las uñas o porque mi mano derecha esté en la izquierda Antes quise escribir La Divina Revelación y estuve doce años mirando los Siete Cielos Gramaticales Ahora me digo a mí mismo que no me duerma y que los mire como vuelan allá Que les diga algo Entonces yo llamo a los 27 cosmonautas y les cuento que conozco algunas constelaciones de la noche Ellos se emocionan y yo sólo sé decirles ahora que me estoy despidiendo En eso poco a poco empiezo a subir con ellos Los cosmonautas dejan de escribir y yo me despido de todos mis amigos y amigas lanzándoles besos y haciendo guiños Luego vuelvo a casa Saco la escopeta Apunto al cielo y doy tiros para matarme Cuando vuelvo y me acuesto apago la luz del cuarto y tengo que tapar los agujeros o sino todo se va a manchar de sangre Ya es tarde Tirito de frío Quiero dormirme Entonces yo mismo cierro la ventana y me enfurezco tanto que empiezo a decirme como yo más odio Y por eso yo también me odio.

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Una casa siempre es contemporánea de sí Es un pliegue en el entramado urbano que podría poner en riesgo cualquier forma de cuantificación La casa es desplazamiento intempestivo Un cuerpo cerrado y abierto a su propia identidad

Una casa casi nunca es material Los sillones laten Los veladores laten Los lavamanos laten Los libros laten Las ampolletas laten Los espejos laten Los guardapolvos laten Los azulejos laten Los hornos laten Las copas laten Las manzanas laten El detergente late La casa es un exceso de intensidades fisiológicas

Una casa no es el mejor lugar para guardar algo Porque dentro todo está roto y multiplicado por el número de las paredes que la contienen La casa proyecta un reconocimiento significante y luego se ríe Impenetrable e indisoluble frente a los gestos que son trampas y zonas de escozor

Una casa acontece Realidad es sinónimo de turbulencia indagadora La casa es primera persona plural El plural es la resistencia propia de las hablas El habla es extender un trozo de lengua en alguna parte La alfombra es una lengua Un mapa histórico para la bajada de la cama

Una casa siempre tiene retenida a otras casas relegadas en los intersticios de su deseo Reponiéndose en sus diferencias y buscando provocar el equívoco de la espacialidad La casa se traduce a sí misma en su habitarse desde el delirio regular hasta el asco desmedido

Una casa siempre tiene esas lineales grietas que se abren en los vértices de las paredes Y para nada es un signo fatal porque la muerte es una inmortalidad con averías La casa deviene puntos de fuga en las perspectivas de todos los posibles planos que podrían haberse trazado en su construcción Pero ninguno de ellos se hizo

Una casa comparte el mismo relleno con quienes la habitan Porque una casa aunque esté llena de personas siempre está vacía La casa es una intensidad centrífuga que inunda todo de presencias que no saben más que mirarlo a uno como diciendo hijo de puta nosotros también existimos como tú

Una casa siempre está llena de hombres sueltos y de cuerpos suspendidos De una música natural de una fiesta que sucedió hace miles de años A veces se encuentran puntas de lanzas adentro del microondas Otras veces son flechas y arpones de hueso los que aparecen debajo de las sábanas La casa es el recuerdo de una generación y una genealogía que comparte la misma sangre manchando el piso

Una casa que se pregunta a sí misma si los poster son curitas De ser así cuáles son sus heridas y quién las hizo La casa misma resuena con estas interrogantes para poner a prueba su propia arquitectura Pilares y hormigón no son más que sensaciones epidérmicas que rechazan cualquier frontera

Una casa es siempre antológica de las pasiones más abiertas y de los odios más cerrados Con la hermenéutica y la repetición cualquier novela que esté en los estantes será la novela familiar y la novela del hogar Una casa es la tachadura y la suspensión de su propia lectura Lo que en último término quiero decir es que toda casa sea como sea es una casa humana

Norys Saavedra Sánchez




Venezuela [Barquisimeto], 1972. Poeta y narradora. Técnico Superior en Turismo. Mención honorífica en el Concurso Universitario de Poesía “Andrés Eloy Blanco Lara- Venezuela, 29 de Febrero. Estudió en Cuba: Escuela de trabajadores sociales “Celia Sánchez Manduley” Provincia de Holguín, Escuela de trabajadores Sociales de Matanzas “José Martín Sánchez”. Pertenece a la Asociación de escritores del estado Lara y Red Nacional de Escritores de Venezuela; Red de Escritores por el Alba. Ha publicado De áridas soledades ( Cenal, Fondo editorial Pío Tamayo, Asociación de Escritores del Estado Lara, 2007). Hilos de Cocuiza (2009, Monte Ávila Editores latinoamericana, Colección Altazor; Poesía reunida 1998-2008.) Es Promotora cultural.Su poesía ha sido reseñada y ha colaborado revistas y diarios, programas de radio en su país y otros países de América latina. 


-o-


Blanco encina

Tal era
su don
blanco encina
para matar
la plaga
igual que al perro envenenado
al pie del patio
                      de la casa octava
                                     en hileras
                      que da el azogue blanco
                      vertido en las aguas


tal era cal para las hormigas
y tropiezo
a los andariegos
buscando el olor del pueblo
 mitad hondo
entre lagrimales
volando
en el cenit
donde la luz

empieza a nacer

---

Del libro inédito (“Quemar la hierba junto al muro”)

Tiene
un tatuaje
una hoja
 en su tetilla                                      de noche

y si pasa
por allí
el nombre
de la lengua de  raíz

de mujer
de corto cabello
con tijera

el podía
vender su bajo vientre
al lago
que arrasa las causas

Si el con el tatuaje de lado
con carácter de mujer
con cabellos cortos
hilara un desierto
dejara a un lago
subir al escalón
donde las casas                          no se inunden
donde el fuego
inicie su nombre
de seda
al igual que las aves
nacen sin plumas
al igual que la parte blanca de su ojo
amanece roja por el sereno
al igual que los peces muertos
por el aceite
al igual que
los hongos metidos en sus pulmones
y la grasa encantada
sube a su espalda
                  es cuando
                                 es cuando
doy el toro
a la piedra

lento....sedado
para probar
su aliento

Rojo
al pie del mar


Empezamos!




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¡el festival es por y para usted!






¡viva la poesía!