miércoles, 26 de junio de 2013

Jorge Vargas Prado


Cusco, Perú, 1987. Egresado de la Escuela Profesional de Literatura y Lingüística de la Universidad Nacional de San Agustín de Arequipa. Junto a poetas arequipeños, es editor desde los 16 años en el Grupo Editorial Dragostea. Sus cuentos, poemas y videopoemas han sido distinguidos con varios premios. Además de la literatura, se desempeña en la gestión cultural, el videoarte, el arte plástico, la intervención urbana, la traducción de poesía y, especialmente, la música. Es reconocida su labor como promotor de su otra lengua, el quechua cusqueño, gracias a publicaciones como Qosqo qhichwasimipi akllasqa rimaykuna (junto a Luis Nieto Degregori y César Itier) y la revista Noqanchis, ambas del Centro Guaman Poma de Ayala – Cusco.


-o-

Poema borderline 3

Hoy he cagado muy bien sin ruido y fácilmente.
He cagado pensando en ti y, siendo sincero, ya no me da vergüenza.
(Entiende: los bonitos también cagan)
Para pensar de intestinos es preciso entender que el culo azul de un ruso huele igual que el culo de un hermoso soldado del Perú.
Me emborracho y pienso en la plastilina de mi estómago.

Atardeces.

Luego llego a una rotunda verdad:
Cada mañana cago a pedazos mi corazón. 



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Santiago de Chile

Eres un ramo absoluto de flores
Donde las flores siguen la lógica de los pájaros de luz.
Porque, Chile
Eres un rayo de sol
Una palabra que se susurra
Un monumento de madera y sangre
Y un joven llamado, vamos a pensarlo así, Marco
que es la representación de todo lo que se dispara en el mundo.
O una pistola de flores o el mito sobre el mito que ya no existe.
O un buque de niebla que cubre las playas más ciucas o pitucas de Viña del Mar.
Las nubes rajadas por la luz
Me revelan que:
            Aquí se disparan con hondas los autos.
            Aquí los policías golpean con su armadura de robot.
            Aquí todo se ha intercambiado por dinero: desde las bases espaciales hasta el furor del agua y los pupitres.
Sin embargo, mis ojos hambrientos me cuentan otra historia:
            Que hay cumbia.
            Que hay guasos.
            E inacabables edificios de cristal.
Porque yo vengo del color y la estridencia.
Créeme cuando te digo que eres un ramo absoluto de flores
Donde las flores siguen la lógica de los pájaros de luz.
Y que un joven llamado, vamos a pensarlo así, Marco
Es la representación de todo lo que se dispara en el mundo.
O una pistola de flores o el mito sobre el mito que ya no existe.
O un buque de niebla que cubre las playas más ciucas o pitucas de Viña del Mar.
Pero, óyeme también cuando te digo, Chile.
Que Marco busque en los resquicios de su cerebro, de sus átomos.
Porque se está aprendiendo, otra vez, a escuchar el crepitar de la madera sobre el fuego, el andar de las lombrices, los idiomas.
Y sin embargo a mí, que vengo del color y la estridencia, tu joven Marco, Chile, me ha enseñado a ser joven y la sensación tan cómoda de la cara, los pies o las muletas sobre este suelo que al fin y al cabo, compartimos.

He levitado sobre tu arena, Chile.
Se han desbandado mis ojos sobre tus grafittis.
He reclamado las banderas que se hacen harapos en tus astas.
He roto tu ley y he tomado alcohol después de las 3 de la mañana y así
he hablado en quechua con un hombre rapa nui que me ha hablado en rapa nui.
He intentado salvar del suicidio a un señor cuya vida estaba en el beso de una muchacha.
No había reparado, entonces, en mi propia muerte, que es también un poco la muerte del sol, un poco la muerte de las piedras de Machupicchu.
No había reparado, entonces, en mi corazón enloquecido porque un guerrero mapuche le mostraba mi cuerpo desnudo a la luna y la trataba como a su amante. Porque yo era el amante del mapuche guerrero y la luna, me lo han enseñado, era mi madre.
Porque no quiero podrirme al romperle la ropa de un mordisco al guerrero mapuche.
Porque mi corazón, que aún es niño, se sabe volver cruel de tanto ruido
de tanto miedo
de tanto exceso.
Quién dice que todo está perdido, Chile, yo vengo a ofrecer mi corazón.
Que es un poco, el corazón de tus jóvenes marchando por miles.
Que es un poco, el corazón de la pequeña hiena que ha nacido en tus desiertos
Y que nadie ha visto.
Pero que existe y nos completa aunque lo ignoremos todo, aunque lo ignoremos siempre.



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