miércoles, 26 de junio de 2013

Cristian López Talavera


Ecuador, Quito. 1985. Ha realizado estudios en Literatura y Comunicación Social. Participó en los talleres literarios de la Casa de la Cultura, dirigidos por el poeta Diego Velasco Andrade, en el periodo 2008-2010. En poesía ha publicado: Casa de Soledad (Drugos de la naranja, 2009); el plaquette Llanto al Padre (Muercielagario cartonera, 2010); dos de sus cuentos integran la Antología: Los Engendros de la Luna (Taller Cultural Retorno, 2010). Director y fundador de la revista Ojos de Perro Azul.


-o-

PROGENIE
(fragmentos)

La luna somete a los cadáveres a la sombra, la acecha en silencio, se atusan abrazados en el desorden al que se entregaron. El verbo murió en la carne. El verbo se desiso en la palabra. La muerte en sus ojos se encuentra abandonada, así como el mar, alejado del mundo, de la sal, de lo efímero que significa respirar, alejados del amor, de ese dios funesto, de la historia. Pues no conocen amor más cercano que el silencio.

¿Dónde reposan su fe?
                     ¿En el desierto, en el seno fecundo de la tierra?
*
Detrás de sus pelos sucios, por sobre encima de la espalda, sus palabras se desvisten ¡HAY POESÍA MÁS HERMOSA QUE LA DE UN MUERTO! El camaleón tartamudea, ha perdido su color, el temor se ha apoderado, ha venido tal un jinete borracho, ha llegado agonizando, sangrando, destruyendo el lamento, sus huesos han predispuesto su tristeza.
Una mordaza atranca sus voces, un rastrillo de luz se esparce por sus cuerpos.


                                               ¿estamos abandonados?

¡rescátanos por favor! 

                                                                                                                     ¡son veinticinco años!

                                              ¿somos historia de amor?


¿saben amar los cadáveres moribundos?



*

Creo es cierto que el verso desmenuza el canto de la mañana, que la voz es un desierto donde integra cuerpos sin cabeza, donde el beso no es más que un pájaro hambriento; ahí la voz es una noche de luna llena, un escombro de rodilla desnuda.
Ahí donde la voz hiere la memoria aparecen estos cuerpos magullados, lacrados… los rayos del sol frenéticos abandonan su estirpe para vengar sus descansos transitorios, ahí es donde el verso toma cuerpo, ahí es donde, celosa, aguarda el vacío de la palabra…
                   ahí
                                  ahí
                                                  ahí.

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