miércoles, 26 de junio de 2013

Héctor Hernández Montecinos



Chile, 1979. Licenciado en Letras Hispanoamericanas. Doctor © en Filosofía mención Estética y Teoría del Arte. De su proyecto total, Arquitectura de la Mentalidad, que consiste en tres monumentales trilogías, dos ya han sido publicadas, La Divina Revelación (Ciudad de México: Aldus, 2011) y Debajo de la Lengua (Santiago: Cuarto Propio, 2009). A los 19 años recibió el Premio Mustakis a Jóvenes Talentos. A los 29, el Premio Pablo Neruda que le otorga la fundación homónima por su destacada trayectoria tanto en Chile como en el extranjero. Su trabajo poético lo ha llevado por casi toda Latinoamérica, además del Latinale 2007: Festival Itinerante de Poesía Latinoamericana en Alemania; también a ser traducido a una decena de idiomas para revistas y antologías. Es el compilador de 4M3R1C4: Novísima poesía latinoamericana (Santiago: Ventana Abierta, 2010).


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Cuídate de las órbitas celestes me dijeron que por allí la ficción y la escritura se disfrazan de cosmonautas que caminan y reparten hilachas luminosas para engatusar a las personas como tú No mires tanto para arriba que ya uno de esos se te encarama y tu madre te cae a palos gritando qué dirá la gente y qué dirán de mí No le hagas caso a esos cosmonautas me aconsejaban que luego te preparan un armazón con estrellas letras para que tú puedas ponerle nombre a cada una y la escritura y la ficción empiezan a entrarte por la mano y te arrebatan Pero eso es una treta que hacen con todos los que se encuentran bajo su fascinación Yo sé que ellos deben hablar entre sí a través de esa canasta que tienen en la cabeza Amarrados del ombligo con no sé qué Tantean el lento aire que pareciera mojarlos como un río Y de seguro también deben reírse de lo ridículo que se ven Pero es mucho mayor su belleza Resplandeciendo en lo alto Burlándose de lo minúsculos que se ven los cráneos Oigo sus carcajadas Allá arriba que rápido vuelan los ataúdes Y mi hermana se pregunta todavía dónde van a dar los muertos Algo me dice que esta noche es única Y no es porque me duelan las uñas o porque mi mano derecha esté en la izquierda Antes quise escribir La Divina Revelación y estuve doce años mirando los Siete Cielos Gramaticales Ahora me digo a mí mismo que no me duerma y que los mire como vuelan allá Que les diga algo Entonces yo llamo a los 27 cosmonautas y les cuento que conozco algunas constelaciones de la noche Ellos se emocionan y yo sólo sé decirles ahora que me estoy despidiendo En eso poco a poco empiezo a subir con ellos Los cosmonautas dejan de escribir y yo me despido de todos mis amigos y amigas lanzándoles besos y haciendo guiños Luego vuelvo a casa Saco la escopeta Apunto al cielo y doy tiros para matarme Cuando vuelvo y me acuesto apago la luz del cuarto y tengo que tapar los agujeros o sino todo se va a manchar de sangre Ya es tarde Tirito de frío Quiero dormirme Entonces yo mismo cierro la ventana y me enfurezco tanto que empiezo a decirme como yo más odio Y por eso yo también me odio.

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Una casa siempre es contemporánea de sí Es un pliegue en el entramado urbano que podría poner en riesgo cualquier forma de cuantificación La casa es desplazamiento intempestivo Un cuerpo cerrado y abierto a su propia identidad

Una casa casi nunca es material Los sillones laten Los veladores laten Los lavamanos laten Los libros laten Las ampolletas laten Los espejos laten Los guardapolvos laten Los azulejos laten Los hornos laten Las copas laten Las manzanas laten El detergente late La casa es un exceso de intensidades fisiológicas

Una casa no es el mejor lugar para guardar algo Porque dentro todo está roto y multiplicado por el número de las paredes que la contienen La casa proyecta un reconocimiento significante y luego se ríe Impenetrable e indisoluble frente a los gestos que son trampas y zonas de escozor

Una casa acontece Realidad es sinónimo de turbulencia indagadora La casa es primera persona plural El plural es la resistencia propia de las hablas El habla es extender un trozo de lengua en alguna parte La alfombra es una lengua Un mapa histórico para la bajada de la cama

Una casa siempre tiene retenida a otras casas relegadas en los intersticios de su deseo Reponiéndose en sus diferencias y buscando provocar el equívoco de la espacialidad La casa se traduce a sí misma en su habitarse desde el delirio regular hasta el asco desmedido

Una casa siempre tiene esas lineales grietas que se abren en los vértices de las paredes Y para nada es un signo fatal porque la muerte es una inmortalidad con averías La casa deviene puntos de fuga en las perspectivas de todos los posibles planos que podrían haberse trazado en su construcción Pero ninguno de ellos se hizo

Una casa comparte el mismo relleno con quienes la habitan Porque una casa aunque esté llena de personas siempre está vacía La casa es una intensidad centrífuga que inunda todo de presencias que no saben más que mirarlo a uno como diciendo hijo de puta nosotros también existimos como tú

Una casa siempre está llena de hombres sueltos y de cuerpos suspendidos De una música natural de una fiesta que sucedió hace miles de años A veces se encuentran puntas de lanzas adentro del microondas Otras veces son flechas y arpones de hueso los que aparecen debajo de las sábanas La casa es el recuerdo de una generación y una genealogía que comparte la misma sangre manchando el piso

Una casa que se pregunta a sí misma si los poster son curitas De ser así cuáles son sus heridas y quién las hizo La casa misma resuena con estas interrogantes para poner a prueba su propia arquitectura Pilares y hormigón no son más que sensaciones epidérmicas que rechazan cualquier frontera

Una casa es siempre antológica de las pasiones más abiertas y de los odios más cerrados Con la hermenéutica y la repetición cualquier novela que esté en los estantes será la novela familiar y la novela del hogar Una casa es la tachadura y la suspensión de su propia lectura Lo que en último término quiero decir es que toda casa sea como sea es una casa humana

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